Y es que yo no lo entendí aquella primera vez que nos encontramos.
Te acercaste a mi y me comenzaste a tocar con esas manos que yo creí atrevidas, pero no, es innato en ti.
Manos que ven más que ojos, manos extensión del alma, manos que necesitan tocar piel, medios para conocer, para reconocer, para llegar, para asentar, para ubicar, para sentir, para tú vibrar y hacer vibrar la piel de quien tocas así.
Y es que tenerlar cruzadas como ahora, es un sacrificio muy grande, pues encarcelas esos dedos que hasta saben tocar el aire que respiras, la brisa del mar o el sol, o la luna, o el horizonte lejano que tú acercas.
Todo lo contrario en mi, que soy ciega de manos, aunque no de sentir las tuyas sobre mi.
Manos que quieren lograr romper ese muro tras el que me escondí un aciago día, de una aciago mes, de un aciago año ya tan lejano, que no sé el porqué aún me siento así.
Quiero aprender a tocar el aire que respiro, la brisa del mar, las gaviotas que tanto amo, el sol, la luna. el horizonte lejano o esa estrella que tú me quieres regalar.
Estrella que veré sobre ese piano donde tus dedos tan bien saben acariciar su piel, elevando al viento notas que yo intentaré tocar con leves suspiros salidos de mi garganta de donde yo sí que sé sentir, aunque se pierdan en el aire y solo sea un leve rozar.
Que mis manos quieren ser alumnas de las tuyas, quieren aprender a ser extensiones del alma y abrir puertas a ese mundo aún tan lejano para mi...
Foto: Carmela
