Una mirada encuentra la piedra del silencio
y re-traza los huesos
hasta agotar el ritmo perdido de la sangre
donde habita sin márgenes desposeído el cuerpo.
Sólo atraviesa muros la palabra:
máscara extraña de su otredad oscura.
Cuelga el nombre
y se arranca las dagas de la risa
clavadas en la espalda/
en la grieta furiosa de la carne.
Incendio y agonía de las horas
aún levanta tormentas en las manos.
Inútil cacería de la Lengua Nocturna
cuando las voces gritan el deseo,
o lo absurdo del sexo que se busca
se sumerge y gira acorralado.
Identidad: fantasma de erotismo
donde fulgura la vacuidad sin puentes,
la angustia en el beso sin rostro.
Tras los párpados
desfilan universos
su gesto alado escribe en ausencia los nombres
y descubre el dolor en el umbral del verbo.