En medio de la nada...
Enormes ojos y una boca pequeña, una mirada vacía y absorbente; tan intrigante que podrías sumergirte y no encontrar más que tu propia voz.
El mundo parecía conocerla, se alimentaba de su entorno y era mutuo. Extraña y solitaria, tenía su propio mundo.
Era estimulada constantemente por golpeteos en las paredes de su burbuja y la resonancia que estos lograban, podía darse cuenta de la respuesta causa y efecto en todo lo que tocaba, incluso el roce de sus yemas en su piel le era tan excitante como un ser extraño. Creció y con ella su hambre por el mundo, un deseo en aumento por conocer y reclamar su propia existencia.
Dos veces se extravió, la primera no pudo ver, se encontró en una obscuridad absoluta, había perdido su paso y su luz se extinguía, se olvidaron los aromas, sus ojos pesaban cada vez más, un negro espeso que hacia imposible el respirar, necesitaba sentir. Podía terminar con ello tan fácil como lo había creado, un corte.
Un estallido de aire abrió sus pulmones, sus pupilas se dilataron y sus poros se extendieron.
Un lugar poco habitado, apacible sin ser monótono. El fuego quemando desde su interior, los sabores en su lengua, los colores en sus ojos, el aroma del viento, la textura del suelo y el aire flagelando su piel. Se humedecía.
En medio de ese obscuro escuchaba voces que desvanecían al acercarse, quería reír y llorar al mismo tiempo. El sabor amargo y el sonido del silencio quedaron impresos en mi interior.
Pasaron 3 años, me encontré fuera nuevamente, mirando al espejo me veía más vieja de lo que recordaba. Mucho cambio desde la primera vez, todo era vano y estridente.
De nuevo extraviada, era abrumante y desagradable, demasiadas personas sobreponiéndose a mí alrededor, mis músculos eran arrancados por tajos, ya no sangraba, había perdido mis sentidos, banalidades y gente incorrecta invadiendo mi globo, todo era repetitivo y vulgar, olvidaba mi propia voz.
Vi mi interior derramarse de la manera más placentera, un recuerdo tan vívido y olvidado al mismo tiempo, de nuevo era yo, era ella, mi burbuja, mi espacio y mi vacío; todo seguía como al dejarlo, imperturbable, las voces fueron personas, personajes compartiendo ese lugar; dos metros, una sonrisa, creativos, fríos y distantes, estaba cómoda en ese lugar, conocía todo lo que a el pertenece y podía explorarlo toda una vida, paradojas, todo era mío, un sentido de pertenencia egocéntrico y envolvente, una vista obscura y una expresión vacía.
