Narrar a patadas las palabras y el desgarro que no se cicatrizaría después de ningún tiempo en el alma eterna. Todo comienza con principios, y transcurre con los saltos, aunque creas que es lineal, te manda a marear el tiempo con tus asuntos.
No puedo tolerar que mi mejora circunstancial, sea el idéntico reflejo que el empeoramiento de otra persona, un Papa-natas y Pareto, saltar irrespetuoso con la historia al abismo sin destinarse a mejores cuestiones, abandonarse entonces y ahí nomás, repensar la posibilidad del suicidio, amparado en la explicación racional de las injusticias del sistema y la suposición de que el mal perdurara en la tierra entera.
Perder y creerse que uno esta ganando es lo peor que puede hacerse uno, engañado o aferrarse al miedo a equivocarse, que nosotros fomentamos con los erroristas de la escuela francesa; y no superar la excusa abundante de la imposibilidad de salvarse de la angustia actual, pobres rebalsamos explotándonos e insalvables los vínculos del mundo urbano y ese tumulto, tan existencialmente conocido y desolador, precavidamente imparable y tan amontonado, embarrando. Condicionaba rabias prepotentes y fucsias, desprendía olores rancios de tormentosos pensamientos de boicot heredados de antiguas madres temerosas de su soledad naturalmente injusta.
Irrespetuosa la razón encuentra argumentos contra una justificación anoréxica que se queda flaca, parada en delgados taquitos se vanagloria de la estética y de su belleza aparente, de las costumbres heredadas hace una ensalada, para condimentar si humor la agriedad con quebradizas mentiras, impuestas e indiscutidas.
