A tu orilla llegue corriendo, buscando esa rabia que desprendes cuando me ves así.
A tu orilla me quedé defraudada viento como lamias la arena como perro faldero.
Ahora sí me siento perdida, ahora sí me siento sola, ahora sí se el motivo por el cual mi angustia no acaba, ni acabará... y es que sigo siendo niña inocente, sigo pensando en que algo vale la pena, en que alguien vale la pena a pesar de los golpes recibidos.
Me aferraré a mis sueños de que nunca fui infeliz, de que nunca he llorado y cuando de mis ojos caiga la primera lágrima la sentiré como un nuevo y desconocido sentimiento y, asombrada la tocaré con mis dedos y metiéndola en la boca la beberé.
Y soñaré que es dulce como la miel, y no salada como tus aguas, y que no quema, sino que acaricia y que no es de pena, sino de alegría. Y sonreiré porque seguiré sin saber lo que es dolor, porque esas lágrimas sólo serán muestra de lo feliz que soy y seré.
Como niña quedaré, con esa inocencia que da el no entender, o no querer ver o saber.
