Foto: Noelia Palafox
Un silencio de noche anticipada
recorre susurrante mi vestido,
rebusco tus palabras de almohada
y hallo sólo tristeza sin sentido.
Pude aprender la ausencia de violines
y copiar la acuarela de un morfema;
para bailar un tango en los confines,
para olvidar el tacto de un poema.
Pero en el mismo instante cada noche
–en el instante exacto – hay un temblor
que sopla un remolino de reproche
y en la memoria un grito de dolor.
Redimo la liturgia de tus ojos
sin ayer, con el orden fragmentado
de un destino de viento y labios rojos,
donde eras inmutable sueño amado.
Y en ese mismo instante –te decía–
mientras el jardín se apaga derrotado
la noche llega lívida, y espía
la línea que se esconde en lo callado.
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