Versos domésticos sin pretensión de poeta
Jóvenes y viejos,
buscad y buscad
errante y etérea,
la felicidad.
Buscadla en riquezas
y en lo material,
pozos de infortunio
amargo, encontrad.
Momentos felices
los he conocido
en cinco perfiles
se me han concedido.
Son mis cinco hijos
mi única verdad,
mis cinco cimientos
son las cinco piezas
que solo, ellos solos
sin que yo buscara
construyeron firme
mi felicidad.
La mayor, morena
de ojos de oriental
con la luna llena,
de precioso metal,
fuerte en el afecto
férrea voluntad
mi puntal perfecto
de felicidad.
Despues vino él
rubia fortaleza,
a quebrarme empieza
desde que llegó.
desde que llegó.
Noches entre llantos
capaz de agotar,
disculpa logró,
corazón de oro,
pleno de bondad
pleno de bondad
mi niño travieso,
mi felicidad
Y nació un chiquillo
rasgos afilados,
con la piel de bronce
ojos de oscuridad.
El mejor parecido
canon de belleza
hecho realidad,
era el gitanillo
que de nuevo trajo
la felicidad.
Y mi niña de oro
blanca claridad
con la piel de nieve
pupilas, el mar
pupilas, el mar
derrochando aquella
belleza sin par,
fue como un regalo,
tan inesperado
el obsequio dado:
¡qué felicidad!.
Con el más pequeño
tuve que luchar
con negros presagios,
augurios, ¡marchad!
jamás una vida
otra quitará.
Conjuró a la muerte
e invocó la suerte,
de poder gozar
postrera esperanza
plena y sorprendente
último en llegar,
volviendo a estrenar
sin igual instante
como buena nueva
de la eternidad,
luz resplandeciente,
la maternidad