Sensaciones que suelo notar cuando me abstengo,
miradas que intento mantener,
sonrisas que no quiero ocultar,
soy juez y por ello necesito mantenerme con la cabeza alta,
sin tener miedo a nada ni a nadie,
me convenzo de esta manera aunque no me doy cuenta de
que a mi alrededor solo hay desastres,
desgracias y muchos aullidos
que intento no escuchar,
pues me convenzo que no es real.
Estoy echada sobre la cama
y veo pasar a muchos de mis sucubos
entrar y salir,
y yo me mantengo estirada encima de mi trono,
la cama,
me fijo que la última conquista que he hecho ha sido
triunfante.
He embaucado a un alma inocente
a las fauces de la perdición
y me siento excitada por ello.
Empiezo a pensar en como será el futuro
a partir de ahora que la flor
se está pudriendo,
que la blancura se va volviendo sepia,
que el paso del tiempo ya ni implora un perdón necesario,
y, mientras ocurre todo esto,
yo sigo sentada en mi reino
meditando cualquier significado,
cualquier cambio.
Me acaricio para saber que tengo piel,
en vez de escamas,
me acaricio suave,
para notar como el vello se pone de punta con el paso de mis dedos,
me acaricio para olvidar,
que en un pasado fui yo la juzgada y no al revés,
me acaricio para notar
como el corazón me late más rápido bajo mi piel,
me acaricio para conmemorar
que ya no soy inocente,
para finalmente mojar en un momento
cúspide mis emociones,
cada gota,
me demuestra enfrente de un espejo deteriorado,
cada llanto,
mis debilidades,
cada estremecimiento,
me recuerda que no soy ardiente
y cada gota de sangre,
que soy humana.
Aunque me convenzo de lo contrario
mis lágrimas acaban por demostrarme la verdad
detrás de esta máscara.
By Lan
