Agónico de palabras sin respuestas,
pruebo fingir que he vuelto a perderme
resbalando al borde de tu embeleso,
justo allí, en las antípodas del camino,
donde al cabo, se divorcia el vocabulario
que conmueve el cautivo sentimiento
que me abraza desde que te conocí.
En el despropósito de arrancar horas,
para encontrar formas de que acaso,
pueda ser un bienaventurado oráculo,
en el que puedas arriesgarte a emerger,
he quebrado conciencias anochecidas,
esparciendo garabatos con cenizas
en desatención al tiempo que se va.