Cuando el humo de la noche hiere al tiempo,
la magia escondida en el refugio de tu cuerpo,
con la mirada ausente y los deseos satisfechos,
contempla el último paseo de un infinito embrujo.
Absortos pensamientos echan raíces en la duda,
como almas perdidas, se agolpan patéticas sombras
que rompen la simetría del silencio que te acuna.
La posibilidad de la ausencia de su aroma, crece;
y tu vacío se transforma en ironía de cada noche.
Quedarte sola, con besos lanzados al desierto
de un lecho sin dioses amantes de tus carnes,
es sumergirte en el centro de un letal olvido.
Y que haré yo ahora? preguntan tus palabras,
y se va minando el esplendor de lo recién vivido.
Observas su agotado dormir amarrado a tu lecho,
y crees absurdo que el fuego se transforme en arena.
Adormeces las preguntas, y cambiando de tema,
te aferras a esa ilusión con quien duermes hoy.