Mi
otro yo está nublado,
se
enfría, se rompe.
Acapara
todo el aire
ese
simulacro de metal,
fogonazo
llamado vida,
Y
siempre, a la hora justa,
sostiene
un corazón,
tiñendo
el tiempo de la pena
con
pinceladas de futuro,
en el
que vos, durmiendo
ese
sueño largo, inevitable,
estas furtivo
entre los dedos
que
sostienen el mate,
el
cigarrillo o el café que humea
Presencia
tejida por sombras,
detrás
de lo acuoso que visita
mis
noches de imperfecta simetría.
Vuela
alto cisne dormido.
Hasta
que una misma sombra
nos
arrope despistando sombras.