Lloran mis dedos, como apéndices de mis ojos,
lloran humedeciendo cada palabra escrita.
Y no me dejan seguir,
pues mis frases se vuelven charca,
De mis lagrimales, gotas saladas ruedan
cayendo por mis mejillas,
como ríos que desembocan en mi pecho abierto,
Y voy nadando contra corriente,
de mis dedos a mi pecho,
de mi pecho a mis lagrimales,
y de mis lagrimales a mis sentimientos.
Desde allí descubro el motivo
por el que lloran mis dedos
convirtiendo mis frases en charca.