Anhela metáforas derramadas de sal
aquel hombre de las miradas eternas.
Abatida revisión, abrumada por la lluvia
en un desafío a la imagen del despertar.
Si su vital papel es rehacer el alma,
paga el costo de la innata ignorancia
con una deuda postergada de insomnio.
Ha visto dilemas de magos y estrellas,
oponiendo última e infantil resistencia
a zanjar el velado poder de las lágrimas.
Llorar no puede ser más que sincero,
solo se puede mentir con las palabras.