Sin mas titulo que el de simple gota de tinta china,
arrogante, se me dibujó en la solapa un galardón.
Fue una perdurable medalla a la precoz indolencia
que habría de continuar conmigo el resto de los días.
Como cada uno deja en cada trazo su estampa,
así, esa negra gota, como un original aguafuerte,
fue el mejor estimulo que tuvo mi tierna imaginación
para reconocerse, orgullosa, por primera vez premiada.